lunes, 19 de mayo de 2014

LA IMPORTANCIA DEL VALORARSE A SÍ MISMO



Día a día vamos entre la vorágine del mundo y su ritmo loco y estresante haciendo mil cosas a la vez, pocas veces nos detenemos para pensar, sacar conclusiones, observarnos y analizarnos. Esto tiene un costo y generalmente provoca una serie de conformismos ya que tal y como nosotros no nos damos el tiempo en nosotros mismos tampoco la misma energía será devuelta,  como la ley de causa y efecto es implacable deberemos entonces darnos el tiempo para nosotros mismos y aprender a valorar nuestro tiempo en la quietud para que alguien llegue a nosotros y logre valorarnos. Veo  día a día  como muchas personas están realmente agotadas y extenuadas por sólo no poder poner los límites, por no decir que no , o no  valorarse a si mismos, desde el tema con los hijos, o con la pareja, los amigos o con los jefes pero en concreto no pueden decir que están cansados o que no van a aceptar por ejemplo en trabajar horas gratis, o que los niños hagan el orden antes de ver t. v. y así una interminable lista de cosas que uno va postergando hacer y dice bueno que más da... Esta actitud es la que en lo profundo nos va limitando nuestra VOLUNTAD, y así nos vamos volviendo esclavos de el complacer antes que el ser... Esto muchas veces tienen su origen en el abandono y rechazo desde la infancia ya que muchas veces nuestra alma lee inconscientemente que antes de decir que no mejor me sobre exijo y digo que si sin querer así nadie me va a juzgar, criticar, abandonar o rechazar, Claramente este miedo nos va haciendo co-dependientes emocionalmente de ciertas ataduras y extra limitantes y  excesos que van desde aceptar que alguien robe tu energía hasta de que luego no sepamos quien somos o lo que realmente nos hace felices, como poder trabajar esto? Sin duda como siempre sugiero llegar al origen de cada persona analizar el por que uno acepta no ser valorado, quizá en la infancia fuimos testigos de como nuestra madre se desvivía por toda la familia dejándose al último, entonces esto quedaría en nuestro patrón de crecimiento.... o bien si es que nuestro padre se separó de nuestra madre y crecimos sin su imagen el día a día o si por el contrario fuimos víctimas de bullyng... cada persona como siempre digo es un universo y las flores mágicas y la radiestésia  están para ayudarnos a sanar estos aspectos, identificarlos y   al mismo tiempo de ir reestructurando y fortaleciendo  nuestro Yo.
                                                          Josefina Suárez + 56954151565
                                                           Terapia Floral Radiestésica

martes, 6 de mayo de 2014

¿De dónde viene la empatía y qué se podría hacer para que aumente?



La empatía es una cualidad con la que algunos nacen, pero también se puede acceder a ella mediante experiencias o prácticas espirituales. La ciencia ha tratado de ver cómo se puede medir esta virtud y, más que eso, cómo se puede neurodiseñar.
¿De dónde viene la empatía y qué se podría hacer para que aumente? Tomando en cuenta que es un sentimiento de armonía que tiene que ver con la interacción con los demás, la pregunta tiene varias aristas, empezando en que hay dos tipos de empatía: la cognoscitiva, que tiene que ver con la capacidad de un ser humano para reconocer las emociones de los demás, y la emocional, que involucra la verdadera conexión con el prójimo. Según Abigail Marsh de la Universidad de Georgetown, aquél que no tiene empatía cognoscitiva se puede considerar autista; no quiere decir que no le importe lo que siente alguien más, sino que no se da cuenta. En cambio quien carece de empatía emocional no tiene compasión, y por ende no se conecta con lo que el otro siente.
La diferencia entre alguien en el extremo autista del espectro y alguien en el extremo del psicópata es, al parecer, la amígdala, un conjunto de neuronas en el cerebro que se encargan de procesar y almacenar reacciones emocionales. De alguna manera el tener amígdalas más activas o más grandes podría aumentar la empatía en el ser humano, sin embargo no es lo único que importa, pues a fin de cuentas la empatía también puede ser una opción. Se ha comprobado que todos aprendemos a ignorar la empatía cuando queremos, y de la misma manera gente que tiene un bajo nivel físico de empatía puede funcionar normalmente si hace un esfuerzo. Es decir, en gran parte de los casos es posible elegir hacerle caso a la empatía aunque ello implique un mayor esfuerzo.
La oxitocina es otro factor importante. Es una hormona mamaria localizada en la glándula pituitaria posterior, en el cerebro, y actúa como neuromodulador, sobre todo relacionada con la reproducción sexual. Cuando un bebé nace, la madre suelta una gran cantidad de oxitocina, lo cual ayuda químicamente para que haya ese acercamiento maternal con el bebé. En cuanto a la empatía, esta hormona hace que una persona ponga más atención a las expresiones faciales de la gente para saber sobre todo si tienen miedo. Pero simplemente aumentar los niveles de oxitocina puede acarrear efectos negativos en la memoria, por ejemplo, además de que la empatía no es una cuestión meramente química, sino que es un estado mental complejo que entre más se practica más se perfecciona.
Otra parte es saber o aprender a simular las emociones que alguien más siente. La capacidad de entender que alguien está en peligro lleva naturalmente al deseo de ayudarlo. Es ponerse en los zapatos del otro lo que hace un vínculo más fuerte, por eso es más fácil que haya empatía entre miembros de un mismo grupo social, racial o cultural que entre miembros de grupos disímiles.
Y todo se aprende desde la cuna. Es más fácil adquirir la facultad de la empatía si se practica desde pequeño que si se quiere desarrollar más grande. El entorno familiar es un factor determinante en la capacidad de empatía del niño, que evolucionará con el tiempo. Lo mismo sucede con el entorno cultural fuera de casa. Ya dice el proverbio: “Se necesita un pueblo para educar a un niño”.
Tener empatía no quiere decir que seamos más cándidos o más ingenuos, y que por ello alguien se podría aprovechar de nosotros con mayor facilidad. Significa una apertura hacia el otro a un nivel más profundo, lo cual también se puede traducir en saber si alguien quiere tomar provecho de una situación particular.
Se necesita un mundo con mayor empatía, pero sobre todo un mundo con menor nivel de antipatía e indiferencia.

martes, 25 de febrero de 2014

Homeopatía: La Psora y los miamas

Homeopatía: La Psora y los miamas: Vamos a recapitular algunas ideas para dar un “espiral mas” en la comprensión de las enfermedades para la homeopatía. A Hahnemann le llevó...

jueves, 6 de febrero de 2014

MARILYN MONROE, RADIOGRAFÍA DE UN ABANDONO Y RECHAZO



Muchas veces sobre esta huella se estructura la falsa personalidad y se determina, entre otras cosas, el código secreto de conductas compulsivas y destructivas. La falta de comprensión del hecho de haber sido abandonados, -aunque no haya sido deliberadamente- crea un vacío existencial que aísla, deprime y propicia, en ocasiones, una pérdida de autoestima y estados de angustia y confusión intensos En casos extremos se puede llegar a algo muy cercano a la fractura de la personalidad, es decir, a severos problemas psicológicos y mentales.


Si la huella de abandono permanece a lo largo del tiempo, el individuo puede desplazar ese sentimiento a personas con quienes mantiene una estrecha relación afectiva y puede llegar a crear vínculos un tanto enfermizos y co-dependientes atribuidos al temor que experimenta al recordar anteriores abandonos y separaciones. Hay mujeres que se sienten indignas de recibir el amor de un hombre por la fractura emocional que les ha causado el abandono de su padre.
La huella del abandono conlleva no solo el miedo a ser abandonado sino también el temor a ser rechazado y a comprometerse. ¿Se te hace conocido el caso de un hombre que ha estado a punto de casarse varias veces y deja plantadas a las novias casi a la puerta de la Iglesia porque ¨pensó que no era el mejor hombre para ellas”? Hay muchas maneras sutiles de crear los mismos escenarios que se temen, lo cual obviamente refuerza los temores. ¿Cómo no pensar que si mi papá me rechazó y me abandonó no van a hacer lo mismo las demás personas? Detrás del comportamiento de hombres y mujeres que no se comprometen habría que ver si no hay una historia de abandono en el que la persona en que más confiaban les fallo o se fue.


El padre es una figura tan significativa en la vida de cualquier persona que aunque se haya ido sigue vivo en la mente de los hijos e incluso en su corazón. Hay quienes lo buscan afanosamente por años, aunque no sea físicamente, alimentándose con pedacitos de información.
Otro comportamiento común entre la gente que sufre la huella del abandono tiene que ver con su sexualidad. Es curioso pero una estadística del Instituto de Paternidad de los Estados Unidos declaró que los adolescentes criados sin sus padres tienden a tener relaciones sexuales antes que aquellos criados en un hogar con ambos progenitores. Algunas niñas sin padre creen incluso que tener un bebé es la gran solución para la soledad y una medida preventiva para el abandono.


Algunas otras personas, criadas sin su padre, canalizan su furia contra él hacia una obsesión que puede ser muy destructiva. O puede ser que la ira se enmascare de tristeza y entonces desarrollen una profunda depresión.
Desgraciadamente en nuestra sociedad la depresión no se atiende a tiempo siendo que da mensajes importantes sobre lo que está pasando en la vida y que necesita ser atendido. De hecho todas esas sensaciones de vacío en el alma, el sin-sentido, están ahí para avisarnos que hay que movilizar nuestros recursos internos para encontrar un nuevo significado a nuestra existencia. El sufrimiento no puede desaparecer por sí solo si antes no se lleva a cabo un profundo trabajo de psicoterapia que ayude a encontrar las causas de tal dolor para luego aprovecharse de él para crecer.
Esa persona que padeció en carne propia el abandono de su padre pudo haberse convertido en un sujeto que abandona, sobre todo si involuntariamente se identifica con quien lo abandonó porque le adjudica atributos que tal vez no tenga pero que le resultan convenientes para explicarse su abandono. La mente y la respuesta emocional de los seres humanos a veces son tan difíciles de comprender. En ocasiones nos encontramos haciendo justo lo mismo que tanto nos hizo sufrir, repitiendo despiadadamente patrones de conducta negativos que son inexplicables.
La buena noticia es que la huella de abandono puede superarse, en ocasiones con un facilitador y dentro de un proceso terapéutico que tiene por objeto reconciliarse consigo mismo y con la persona que lo abandonó sin que necesariamente esté presente, volviendo a tener relaciones afectivas sanas y equilibradas y un proyecto de vida libre de heridas del pasado. Otras veces ocurre que el propio poder desafiante del espíritu se impone apelando al deseo de dejar de sufrir. Entonces es cuando se elabora la pérdida y llega la comprensión y compasión hacia la persona que abandonó y entonces se supera esa circunstancia dolorosa.


La persona que se siente abandonada puede transformar ese significado de lo que vivió en la separación y así convertirse en alguien que vive con más plenitud y confianza en la vida. Para ello hay que llegar a conocer los rasgos que forman la raíz de una personalidad que se ha sentido desamparada, con una gran angustia existencial, sin sentido de pertenencia y hasta con un severo conflicto de identidad. De lo que se trata con el proceso de la superación del abandono es justamente recuperar la identidad, en otras palabras, saber quién soy, qué quiero y hacia dónde voy, no gracias a que tuve dos padres que estuvieron conmigo en la crianza, sino a pesar de que uno de ellos, o ambos fallaron en su más importante tarea, y aún así, desear encontrar el camino de la felicidad y vivir en plenitud, con la absoluta convicción de que la vida tiene sentido en cualquier circunstancia Haber sido víctima de un abandono parecería que pone a las personas en una posición muy desventajosa y en parte es cierto. La presencia del padre en el desarrollo de la personalidad del hijo es sumamente, sin embargo no es determinante para tener una existencia feliz. El ser humano tiene la capacidad para decidir, cómo quiere enfrentar lo que le ha pasado, es decir, tiene la libertad de elegir qué postura tomar frente a los embates y carencias de la vida y responsabilizarse de esa respuesta.

El abandono puede tomarse como una condición a superar o como un hecho devastador que justifique sufrimiento y vacío existencial, eso lo decide la persona que fue abandonada. Hay personas que dicen “sí a la vida, a pesar de todo” y hay quienes deciden decir “no, a pesar de tener muchas otras cosas buenas a favor”. Es una decisión personalísima sobre la cual, sin embargo hay que hacerse cargo.

Neurosis del abandono

la independencia emocional viene del trabajo de uno mismo por balancear, equilibrar  y dominar nuestras bajas pasiones.

Existe lo que se llama la neurosis del abandono en donde predomina  la angustia del abandono y la necesidad de seguridad. Esta avidez afectiva genera una serie de síntomas que hacen que las personas se sientan inseguras lo que los puede llevar a la falta de compromiso, a la indiferencia o inclusive hasta la agresividad.

Esto deriva de que en lo más profundo de su ser una persona posee una necesidad  afectiva insaciable, normalmente deriva de una separación temprana de la madre (Movimiento interrumpido) y por lo tanto se hace la idea de que no merece amor o de que no recibe el soporte necesario ante la vida. Esto genera  angustia y reacciones agresivas que degeneran en desvalorización que lo lleva a percibir las cosas de manera pesimista y desconfiada.
Los síntomas para saber que se padece de este síndrome suelen ser diversos entre ellos se encuentran los siguientes:
  • Estar en varias relaciones al mismo tiempo, de esta manera no se establece un vínculo real con ninguna de las personas y además tiene un relevo para que en caso de que uno lo abandone está el otro para dar soporte emocional.
  • Dependencia afectiva, estar en una relación de pareja en donde siento la necesidad de darlo todo con la finalidad de que me amen, aunque sea una relación tóxica. No me atrevo a dejar a la pareja o siento celos compulsivos por mis amistades en donde no quiero que nadie más sea amigo de mis amigos.
  • Falta de confianza en sí mismo, desconfío de todos aquellos que se acercan a mí y me aprecian. Constantemente estoy dudando de sus intenciones y  tengo el pensamiento de que algún momento me engañará o me jugará sucio.
  • Miedo y culpabilidad ante la separación, luego de finalizar una relación me culpo a mí mismo por no haber finalizado la relación antes de que me dejaran a mí. También se da el caso en donde por temor a que me dejen abandono la relación antes (él o ella es perfecto pero no sé qué me pasa que no puedo quedarme)
  • Hacer todo lo posible por ser rechazado, descuidar el aseo, la delicadeza en las palabras, tener gestos exagerados, perseguir y obsesionarme con las personas con el deseo inconsciente que me desprecien.
  • Búsqueda de perfección, procuro ser la persona perfecta con la finalidad de que me amen, sumiso, servicial, amoroso, etc. O también mantenerse en constante búsqueda del trabajo, la pareja, los amigos perfectos y la subsiguiente decepción al no conseguirlo.  
  • Relaciones basadas en la obsesión, la obsesión está ligada ampliamente con el terror al rechazo y al abandono pues se transforma en una abierta patología que obstruye cualquier amor verdadero, 
http://ordenesdelamor.org/constelaciones-familiares-online/articulos-sistemicos/74-sufres-del-sindrome-de-abandonitis.html